Esta entrada viene en relación con la entrada que escribí la semana pasada. He querido dar un paso más y no sólo plantear el tema del enemigo, sino plantear también su origen.
El origen es la creencia de la falta de justicia. Esa es una escusa magnífica para encontrar el enemigo que te carga de razones para no actuar. Normalmente, el famoso agravio comparativo es la escusa que genera mayor número de conflictos, de enemigos, de parálisis.
Hace algunos años, cuando aún vivía en Sevilla creamos un grupo en el que debatíamos ciertos temas y uno de ellos fue este. Y fue un debate largo, pero productivo.
Tras muchas discusiones, aun amigo mío que desgraciadamente ya no está me dio la luz: La justicia es un término que en la sociedad políticamente correcta del inicio del siglo XXI está generalmente mal usado.
La justicia tiene según la rae varias acepciones y una de ellas es derecho, razón o equidad en concreto la segunda. Pero sin embargo, el uso de la palabra lleva a confundirse con la cuarta acepción, aquello que debe hacerse por derecho o razón.
La justicia es simplemente que te den lo que te mereces, lo que te corresponda. Pero qué es lo que te corresponde o lo que te mereces. Ese concepto no es un concepto que dependa de nadie más que de tí y de quien te lo da. Un tercero no cabe en esa definición. Porque que uno sea muy hábil negociando y consiga mejores condiciones no quiere decir que todos los demás tengan que conseguir esas condiciones. Lo justo es que cada uno tenga lo que tiene firmado.
Alguna discusión he tenido con un compañero de trabajo cuando me compara sueldos de puestos similares y me dice que eso no es justo. Y le replico que justo es, porque cada uno cobra lo que tiene firmado. Quizás no es equitativo, pero justo es.
Como he dicho antes, en esta sociedad políticamente correcta, parece que lo justo es lo equitativo. Cuesta mucho decir que no y más hoy en día donde lo que prima es quedar bien. Sin embargo, lo justo es también decir que no, aunque no sea equitativo.
En el tema de salarios de una empresa, parece algo confuso (¿como puede cobrar más alguien que hace lo mismo que yo, o incluso menos? Muy fácil, porque él lo firmó). Sin embargo, voy a poner otros ejemplos.
¿Es justo que en todos los puertos del sistema portuario andaluz se hayan construido una terminal de contenedores en los últimos 10 años? Pues yo creo que no. No me parece justo porque no todos lo merecen y menos porque se hace con mi dinero. Como he dicho antes, la justicia depende de quien lo recibe y de quien lo da y en este caso, para mí, ni quien lo recibe lo merece ni quien lo da, o sea, yo, no estoy dispuesto a que se malgaste mi dinero en terminales vacías. Eso sí, no cabe duda que equitativo, es.
Otro ejemplo: ¿Es justo que todas las infraestructuras se desarrollen por igual en todos los municipios?
Y otro más: ¿Es justo que todas las autonomías pidan siempre más recursos independientemente de lo que reciban?
En la gestión pública hay mucho casos de confusión entre justicia y equidad. Y eso genera un despilfarro en infraestructuras y servicios públicos, que, gestionados más eficientemente podrían ser mucho más productivos. Podrían haberse ahorrado miles de millones que ahora echamos de menos.
Pero igual que nadie se queja cuando alguien consigue un seguro o un coche o una casa más barata que el vecino. Ni cuando pagas más que el vecino llamas para decir que quieres pagar menos (bueno, puedes llamar, pero no te harán caso). En estos casos todos tenemos clara la conciencia de justicia. También hay que trasladar este concepto a todos los ámbitos de tu vida. Trabaja para conseguir lo que te mereces y haz que te reconozcan tus méritos, pero no vivas de lo que hacen los demás, porque en ese momento, te paras.
En mi opinión, tu vida debes regirlas tu, con tu capacidad y en función de eso, tener tu beneficio. Si alguien tiene más beneficio que tú, piensa qué ha hecho él para merecerlo, aprende e intenta mejorar y después, busca tu beneficio, pero una vez que estés en igualdad de condiciones. No te pares en pedir sin mejorar, porque retrasarás al grupo.
Esta filosofía la puedo trasladar a la gestión de los recursos públicos. Por supuesto creo que debe ser justa. Pero no tiene por qué ser equitativa. Quien se lo merezca, perfecto. Quien no se lo merezca o suponga un gasto ineficiente, lo siento. Eso es ser justo, aunque a veces, cueste no ser equitativo, porque eso, es políticamente incorrecto.